viernes. 26.04.2024

Un nuevo préstamo para el mismo fracaso

En seis años la situación ni mucho menos ha mejorado, sino que en general sigue empeorando
Mamen Sánchez
Mamen Sánchez

Este miércoles, mientras compartía con mi amigo Javier una tapa de carrillada y una copa de oloroso, él me preguntó: “Fede, ¿Qué te parece el nuevo préstamo de 94 millones que va a pedir el Ayuntamiento?”

Como suele ser habitual en mí, le contesté que dependía de por dónde lo quisiera mirar. En economía es muy normal que cualquier acción genere ventajas e inconvenientes, y este caso no se aparta de la regla. Aunque, si les digo la verdad, los aspectos positivos son más bien pocos, y comparados con la triste realidad que esconden hacen que debamos concluir que pedimos un nuevo préstamo que no hace sino reflejar el fracaso en el que vivimos instalados desde hace años.

Empecemos por “lo bueno”. Si de mí hubiera dependido la decisión, también hubiera pedido ese préstamo. Si como economista me dan la oportunidad de cambiar un préstamo por otro, con el que pagaré menos intereses, sin duda lo acepto. Y es que el Ayuntamiento estima que el ahorro en intereses será de más de seis millones de euros (para los que son de mi generación les recordaré que eso son unos mil millones de las antiguas pesetas).

También, teniendo en cuenta la pandemia sanitaria y económica que estamos viviendo, parece razonable aprovechar la posibilidad de tener dos años durante los que no tengamos que pagar nada, para dar tiempo a nuestra maltrecha recaudación a recuperarse. Sin embargo, ahí aparecen las primeras dudas. Para realmente saber si necesitamos que nos den dos años de margen para empezar a pagar, sería imprescindible conocer, tanto el resultado del Ayuntamiento del año 2020, como el presupuesto del año 2021. En ambos casos, el Ayuntamiento nos tiene acostumbrados a incumplir la Ley, y hace ya varios meses que lo hace al no disponer de ninguno de los dos.

Y hasta aquí, por desgracia, llegan las buenas noticias. Y es que este préstamo no es una la mejor opción. Es la única, porque nos asfixian las deudas.

Lo que no tiene sentido es que, al cambiar un préstamo por otro, aprovechemos para que parte de la factura de la fiesta la paguen “los que vienen después”. Si el préstamo anterior acababa en 2024, y le sumamos dos años sin pagar, lo lógico sería que el nuevo préstamo se acabase de pagar en 2026, no en 2031. Esos siete años de más significan que parte de esa “fiesta” de hoy, hacemos que la paguen los impuestos de los jerezanos de “mañana”. Y se la hacemos pagar porque, como he dicho, estamos asfixiados.

Y lo más grave de todo es que la necesidad de pedir este préstamo deriva de la lamentable realidad de que hoy estamos igual de mal en términos económicos que hace seis años. ¿No me creen? Lean pues.

A finales de 2014, la deuda financiera y comercial total del Ayuntamiento venía a ser, millón arriba millón abajo (será por dinero…), unos mil millones de euros. A finales de 2018 (los datos de 2019 por desgracia no es posible conocerlos porque el Ayuntamiento vuelve a incumplir la ley, y lleva ya siete meses de retraso en su aprobación) la deuda total era de… unos mil millones de euros. Y no duden que a finales de 2019 y 2020 los datos habrán sido similares, o peores.

No, la pandemia está siendo terrible, pero esto ya venía de lejos. En seis años la situación ni mucho menos ha mejorado, sino que en general sigue empeorando: somos incapaces de reducir la deuda total; anunciamos a bombo y platillo supuestos superávits corrientes que, analizados en detalle, y teniendo en cuenta los ingresos que declaramos y que finalmente no cobramos (llámese “humo”), en realidad son déficits; el tiempo que tardamos en pagar a nuestros proveedores (profesión de riesgo donde las haya) crece sin parar, por muchos que de vez en cuando hagamos el trilerismo de pasar la deuda de una caja a otra, y decir que hemos mejorado; y suma y sigue…

Creo que, visto lo visto, muchos de ustedes coincidirán conmigo en que estos 94 millones no dejan de ser un nuevo préstamo, para apuntalar el mismo fracaso de siempre.

Un nuevo préstamo para el mismo fracaso