viernes. 26.04.2024

¡Ya está aquí el síndrome postvacacional!

Síntomas comunes de la clásica desazón de la vuelta al trabajo

El final del verano llegó… y tú partirás. La letrilla de la celebérrima canción del Dúo Dinámico no pierde vigencia. Porque el final del verano es la antítesis de la ilusionada alegría con la que todos, apenas un par de meses antes, recibíamos -de brazos abiertos- la llegada de los meses estivales. Las vacaciones nos reportan un paréntesis idílico que en nuestro imaginario convertimos en deseo de perdurabilidad.

Pero ahora toca fruncido de ceño y vuelta a la realidad cotidiana. De nuevo nos invade la obligación de madrugar, el combate de las mañanas frías y el regreso a las horas de trabajo. El desánimo entonces se apodera de nosotros. E ignoramos cómo revitalizar las energías necesarias para encaramar de nuevo la altura de la habitualidad. La desgana impera. Y hasta la apatía interna.

Es cuanto ha venido denominándose como síndrome postvacacional. Denominación que parece aludir a un trastorno. Pero no. No se trata ni de trastorno ni de enfermedad. Por tanto no se puede diagnosticar. Ahora bien: ello no quiere decir que no cuenta con su conjunto de síntomas. Tan comunes como pasajeros. Especialmente en trabajadores que han contado con unas vacaciones un tanto prolongadas.

El malestar por la necesidad del proceso de cambio puede durar varios días, aunque siempre retomaremos la rutina sin grandes traumas. ¿Cuáles son, no obstante, los síntomas del síndrome postvacacional? Comúnmente sufrir algo de insomnio, apatía, dificultad de concentración, posible brote de irritabilidad, cansancio… Sobre todo cansancio y apatía.

¿Qué precauciones podrían tomarse como mejor antídoto? Por ejemplo no esperar al día antes de trabajar para volver de la estancia vacacional. Aunque sea tentador, no debemos estar en la playa hasta el último segundo. Si además podemos incorporarnos al trabajo a mitad de semana en lugar de un lunes, miel sobre hojuelas. Todo influye. Todo afecta. Y, por supuesto, seguir cultivando aficiones que nos gusten. No se trata de pasar de un edén a un calvario. Sino de seguir manteniendo la versión más saludable de nosotros mismos.

¡Ya está aquí el síndrome postvacacional!