viernes. 26.04.2024

Confirmado por la ciencia: nuestro cerebro no se resiste a los donuts

Un riguroso estudio realizado por Yale University así lo confirma

Es harto difícil encontrar a una persona que rechace de raíz su preferencia por los donuts. En efecto es muy así. ¿Por qué los donuts gustan a todo hijo de vecino, a todo amigo nuestro y a todo conocido por llegar o allegado por conocer? ¿Por qué los donuts unen en gustos a todos los españoles, a todos los europeos, a todos los americanos y a todos -o casi- ciudadanos del mundo?.

La pregunta puede enfocarse por pasiva: ¿por qué estos bollos tan redondos nos resultan del todo apetecibles? La respuesta la hallamos en nuestro cerebro. Sí. La culpa de que nos guste tanto radica, estriba, nace y se fundamenta en nuestro cerebro. Tal como afirma un nuevo estudio realizado por Yale University.

Un estudio ciertamente significativo. Los autores del mismo escanearon la actividad cerebral de un grupo de voluntarios mientras les mostraban alimentos muy ricos en grasas, otros que eran ricos en carbohidratos, y dónuts, que son ricos en ambos. Donuts en toda regla y donuts en todo su tradicional sabor.

Y el resultado fue que los voluntarios experimentaron una mayor actividad en una región del cerebro llamada cuerpo estriado, en la que existen abundantes receptores de dopamina y que está vinculada a la sensación de placer que nos provocan los mecanismos neuronales de recompensa. Quedémonos con la denominación: región del cerebro -repetimos- llamado cuerpo estriado.

Continuamos con la explicación de la prueba. Simultáneamente, les preguntaron a los participantes en el experimento por qué alimento estarían dispuestos a pagar más dinero, y el resultado fue por los dónuts. Para que luego digan que el donut no ejerce poder de atracción sobre nuestras preferencias gastronómicas.

Tal y como explican los investigadores, nuestro cerebro comenzó a evolucionar en la época en que nuestros ancestros se alimentaban básicamente con carne y vegetales, y no tenían a su disposición alimentos procesados que fueran a la vez  ricos en grasas  y carbohidratos. Por esta razón, la comida moderna, como la bollería, ha provocado que nuestro cerebro reaccione de esa forma, generando tanta dopamina, cuando vemos alimentos muy ricos en grasas y carbohidratos. Donuts: un bocado redondo.

Confirmado por la ciencia: nuestro cerebro no se resiste a los donuts