viernes. 26.04.2024

Y Bertolucci bailó su último tango

Fallece, a los 77 años de edad, el gran cineasta italiano

Fue un creador versátil. Un hombre de imaginación narrativa. Un todoterreno cinematográfico. Poseía pulso escénico. Molturaba las historias con precisión de relojero. Jugaba con la cámara para besar artísticamente su movimiento visual. Era un mago de la transmisión. Comunicaba sin apenas moverse de su sillón de director. Firmó filmes de leyenda. Siempre con el ser humano -su condición- como epicentro.

Ha fallecido, sí, uno de los grandes. Bernardo Bertolucci. En Roma, a los 77 años de edad. Septuagenario que luchó a brazo partido contra una enfermedad demasiado insistente. Una enfermedad larga, como un recuerdo ingrato. Director de películas memorables, tales como ‘El último tango en París’, ‘Novecento', ‘El último emperador’ -galardonado con dos Óscar por mejor dirección y guión-, ‘Soñadores’ o ‘Tú y yo’.

Bertolucci fue asimismo un poeta de alcance. Compaginaba su labor como director y guionista con la de productor. Sin duda ha sido considerado con todos los honores como uno de los últimos grandes maestros del cine italiano. A nadie dejó indiferente. Suscitó sonadas controversias. Sin embargo tampoco ha de calificarse como un polemista en sentido lato. Abría debates a la sociedad. Quizá uno de los objetivos primigenios del creador alternativo.

Posiblemente una de las polémicas más sonadas de los últimos tiempos corresponde a su confesión descarnada sobre la escena sexual de la mantequilla de “El último tango en París”. Una confesión que granjeó posiciones contrarias. Y aluviones de expresiones boquiabiertas incluso entre cientos de seguidores de su obra cinematográfica.

En este sentido, comentó lo siguiente: «Pobre María. Murió, creo que hace dos años. Después de la película no nos volvimos a ver porque ella me odiaba. La escena de la mantequilla la pensamos Marlon Brando y yo esa mañana, antes de rodar. Creo que me porté horriblemente con María, porque no le conté lo que iba a pasar. Quería que su reacción fuera la de una chica, no la de una actriz.

Quería que sintiera la humillación, que gritara ¡no, no!... Creo que nos odió a Marlon y a mí porque no le contamos el detalle de la mantequilla como lubricante. Aún me siento muy culpable por todo esto».

Bertolucci quiso diferenciar entre culpabilidad y arrepentimiento ante lo sucedido: «No me arrepiento, pero me siento culpable. Hacer películas es también eso, conseguir cosas. Tenemos que ser completamente fríos. No quería que María interpretara rabia y humillación, quería que María sintiera rabia y humillación. Después, ella me odió para toda su vida».

El 16 de marzo de 1941 vino al mundo en Parma (norte). Recaló en el mundo de la cultura nunca por mera casualidad: no en balde provenía de familia de reconocidos escritores y también cineastas italianos. Recibió una amplio abanico de notables premios: verbigracia fue galardonado con el León de Oro a la carrera en el Festival de Venecia en el 2007 y la Palma de Oro honoraria en el Festival de Cannes en el 2011. Con ‘El último emperador’ recibió el Óscar como mejor película y mejor guion en 1988.

Entre sus temáticas preferentes subrayamos la búsqueda del intimismo humano, la juventud, la introspección de sus personajes… Desde 2003 quedó postrado en una silla de ruedas por acuciantes problemas de espalda. Ha muerto con las botas puestas. Como los guerreros aferrados a su modus operandi, a su divisa existencial, a su destino.

Y Bertolucci bailó su último tango