San Fernando (Cádiz), sábado, 15 de julio de 2023. Corrida de toros llamada del Binomio del Arte “El Toreo y el Cante”, organizada por Rafael Jurado como festejo de la Feria del Carmen y de la Sal, en formato de mano a mano reducido. Tarde de cielo azul con brisa de poniente. Tres cuartos de público. Preside Jacinto Cano. Ameniza el cuadro flamenco formado por Rancapino Chico, Caracolillo de Cádiz, el tocaor Antonio Higuero y dos palmeros.
Se lidian cuatro toros de la ganadería de Albarreal (que pasta en Zufre, Huelva), con muy mejorable presentación y juego diverso. En el arrastre, el cuarto tiene ovación.
- Alfonso Oliva Soto, entera caída de efecto fulminante; dos orejas. Casi entera arriba; dos orejas.
- David Galván, pinchazo y entera arriba; dos orejas. Gran estocada; dos orejas y rabo.
- Antonio Fernández actúa como sobresaliente.
No hay banda de música y el paseíllo se desarrolla, a paso lento, mientras canta Rancapino Chico por bulerías camaroneras aquello de “Con un quite a ti te basta”. Oliva Soto sufre un aparatoso revolcón sin consecuencias en su primer toro. El segundo picador de Oliva Soto sufre dos derribos del caballo. Entre los banderilleros, se desmonteran Juan Rojas y David Pacheco (de la cuadrilla de David Galván) en el cuarto. Los dos toreros anunciados salen a hombros.
Comentario
Acudimos los aficionados a la Isla de San Fernando con el interés añadido de presenciar un espectáculo taurino con amenización flamenca, en ese binomio del arte que propone Rafael Jurado. Estamos en la Isla de Camarón, del mismo cantaor que fue el primero en experimentar esta combinación de toros y flamenco, allá en Badajoz, en un festival de hace años (treinta y cinco años), donde participaba Curro Romero y la organización corrió a cargo del tocaor Pedro Peña a beneficio de la Fundación Tagore.
Son cuatro los toros y dos los toreros. Éstos han sido elegidos entre los llamados toreros de arte, uno, la figura local que en tan buen momento se encuentra y, otro, un claro representante del toreo gitano, del toreo imprevisible. La hora de comienzo es a las ocho de la tarde, algo que el público agradece como medio de combatir las temperaturas de estas fechas.
Oliva Soto en su primero
Oliva Soto (de azul oscuro y oro), en su primero, gacho y algo brocho, ejecuta algunos lances sin emplearse y el animal pronto se va a tablas. Al caballo acude con decisión y se emplea empujándolo en largo desplazamiento, siendo la puya aplaudida; el quite, de dos verónicas y tres medias, es muy jaleado. Hay dos pares de rehiletes y el de Óscar Alegría (que va de tercero) es bueno.
Brinda al público y a Rancapino; saca al toro de las tablas y en los medios traza una tanda en redondo, con un pase muy lento; el cantaor brindado canta por soleá lo de “Con la muleta en la izquierda…”. Con la izquierda andaba cuando es levantado aparatosamente, sin consecuencias, y sigue por ahí, pero pronto el bicho se va a tablas. La segunda oreja del premio se concede con una generosidad grandísima.
Oliva Soto en su segundo
A su segundo, recortadito y cómodo de cara, le da un recibo jaleado, completado con chicuelinas. Al caballo acude rápido y lo derriba; de segundas es mal cogido y vuelve a derribar, tras lo que suena el clarín de cambio. Los pares, dos, son buenos (de Raya y de Óscar Alegría). Brinda al periodista García-Rayo (que ofició en la presentación de cartel).
Saca al animal de tablas a medios, donde hay tanda un tanto despegada; suena una sevillana a cargo de Caracolillo (“Pañolillo que te di un lunes por la mañana”) y vemos una tanda de molinetes con el de pecho. El animal se va a tablas y con la derecha hay tanda breve, despatarrado el torero y provocando al público. Canta Rancapino un fandango (“Eres flamenco y torero”) y la tanda final es breve y despegada.
David Galván en su primero
David Galván (de verde petróleo y azabache), en su primero, algo gacho y abrochadito, ejecuta un recibo vibrante, en tablas con verónicas y en el tercio con chicuelinas y media a uno que mete bien la cara. La puya es moderada y el toro empuja sin convicción. Los pares, dos a cargo de Chamaqui y Pacheco, son buenos. En el centro del ruedo, David, levantando la montera hacia el cielo, brinda a su abuelo, fallecido hace unos meses.
Inicia, a pies juntos, por alto muy toreramente y Caracolillo se arranca por alegrías (“No paran de llamarme”). Hay tanda en redondo con pase bueno de pecho; da tiempo mientras sigue el cante, antes de otra en redondo con tres de pecho, intercalados de censurables martinetes, mientras el toro va bien; en la tercera tanda los pases salen ya de uno en uno con bueno de pecho. Suena un fandango (“De esperanza y azabache”) a cargo de Caracolillo mientras el toreo es ahora por el pitón izquierdo en tanda breve pero sustanciosa; cita gustándose para otra, ahora a media altura.
El final lo pone con otra por el mismo pitón, breve pero moviéndose conforme al ritmo del fandango, con abaniqueo prolongado y salida torera. Durante la vuelta triunfal Rancapino canta bulerías (“Tú ibas a acabar conmigo”) y así sigue incluso después de acabar la vuelta.
David Galván en su segundo
A su segundo, castaño y algo acapachado, el mejor presentado de la tarde, lo recibe con verónicas, varias de ellas mirando al tendido, y chicuelinas en el tercio. Acude rápido al caballo, donde recibe puya bien puesta. Hay gran exhibición de rehiletes con Rojas y Pacheco. Brinda al cuadro flamenco e inicia faena por doblones, tras lo que suenan, en boca de Rancapino, tangos (“Rosa María”). Sale tanda en redondo y luego otra, breve y despaciosa, gustándose y moviéndose con la música acompasada.
Por el pitón izquierdo cita de frente para dos naturales y el de pecho; sigue otra tanda recreándose aunque el animal va siendo remiso, cuando el cantaor chiclanero aborda el fandango “Tiene arte y tiene aquél”. David remata por chicuelinas. La estocada es buena pero el rabo se ha debido reservar para el toro. Durante la vuelta triunfal Rancapino remata la sesión cantaora con bulerías (“Son los toreros”).
Conclusiones
Ha habido éxito artístico. ¿La experiencia ha resultado fructífera? Lo que sí ha servido es para poder reflexionar un poco. El cante y la guitarra más que acompañar se convierten en protagonistas y el torero cede espacio. La acústica es buena pero no es lo mismo que cuando suena una banda. Lo que sí desaparece es “la música callada del toreo”. Habrá opiniones para todos los gustos.
Eso sí, el espectáculo ha durado dos horas menos cuarto. Quizás sea ésta la fórmula para conseguir que las corridas no duren más de dos horas, en esta época en que parece imposible que la lidia de seis toros se solvente en menos de dos y media. Por si alguien no lo sabe, en los años sesenta había corridas que duraban una hora y cuarto. ¡Qué tiempos!