viernes. 11.10.2024
Los tres a hombros I Eva Morales
Los tres a hombros I Eva Morales

Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), domingo, 18 de agosto de 2024. VI Corrida Magallánica, organizada por Carmelo García en celebración del Quinto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. Cielo azul y tarde de calor, con viento a veces molesto. Casi lleno. Preside Luis Rodríguez. Ameniza la Banda de Música “Julián Cerdán”, dirigida por Justo Jiménez.

Se lidian seis toros de la ganadería de Eduardo y Antonio Miura (que pasta en Lora del Río, Sevilla), con pesos entre 587 y 667 kilos, bien presentados y de juego dispar, pero con fuerzas mermadas en conjunto. En el arrastre, el primero tiene bronca; el tercero y el cuarto, ovación y el quinto, palmas.

  • Manuel Jesús El Cid, estocada honda arriba de efecto rápido; silencio. Gran estocada; dos orejas.
  • Manuel Escribano, pinchazo y honda arriba; ovación saludada. Honda desprendida y trasera; dos orejas.
  • Esaú Fernández, pinchazo hondo y descabello tras aviso; dos orejas. Tres pinchazos y honda tras aviso; silencio.

Incidencias: Canal Sur TV transmite el festejo. La alfombra de sal en el ruedo presenta elementos alusivos, destacando en el centro la nao Victoria, y los actuantes visten atuendos supuestamente como los de los marineros del siglo XVI. Antes de arrancar el paseíllo se interpreta el Himno Nacional y al terminar, hay un minuto de silencio por la muerte de la esposa de Diego Robles.

Se usan banderillas de lujo. Entre los subalternos, destacan los picadores Juan Peña (de la cuadrilla de Escribano) en el segundo y Espartaco (de la cuadrilla de El Cid) en el cuarto y el primer par de Juan Manuel Raya (de la cuadrilla de Fernández) al tercero. Los tres toreros salen a hombros.

Barrera decorada I Marciano Breña
Barrera decorada I Marciano Breña

Comentario

Este año vamos ya por la VI Corrida Magallánica, que debería llamarse Elcánica. Se está convirtiendo en un clásico, sustituyendo a la Corrida de la Exaltación del Guadalquivir. También se ha convertido en un clásico traer los miuras, que siguen atrayendo público, lo mismo que los dibujos de Uta Geub, pintora del cubismo pop, sobre las tablas de la barrera.

En la alfombra de sal coloreada sobre el ruedo (debida a Joaquín Lara), igual que el año pasado y el anterior, no salen a molestar fotógrafos delante de los toreros al iniciarse el paseíllo; es un gesto que se debería extender a todos los festejos que se celebren en esta plaza, aunque sea de tercera (con los fotógrafos es de cuarta).

La alguacililla vuelve a sacar el casco morrión del año pasado y lanza; debería cambiarlo ya por sombrero de ala y vara como un alguacil del XVI. Los matadores lucen gorros en lugar de los inadecuados chambergos del año pasado. Vayamos a lo que más interesa, que es la vuelta del torero que indultó el año pasado a un miura aquí y le acompaña el que indultó a un miura por primera vez.

Manuel Jesús El Cid

Manuel Jesús El Cid, de chaleco bordado en verde, a su primero, muy atacado de kilos, saluda a uno que no se entrega y tiene que lidiarlo. Blandea en la pelea con el caballo y no es castigado; protestan al toro. En la brega de Raúl Caricol cae como un cochino; sólo hay dos pares de banderillas y en cada uno cae una. Inicia por alto y a media altura pero al poco cae él solito, entre protestas del público; intenta otra tanda entre gritos de “mátalo” y vuelve a caer, con lo que las protestas arrecian y El Cid coge la tizona. De tantos kilos de carne sólo para dar una imagen penosa de un miura, sobraban cien.

El segundo de El Cid

A su segundo, bonito, entrepelado o carbonero, capirote y botinero, da un buen recibo en tablas con media, entre aplausos. Hay una buena puya, medida; de segundas, acude de lejos y vuelve a ser bien cogido ahora para breve, lo que hace que Espartaco se lleve palmas mientras se va. El año pasado aquí este piquero puso puyazo que resultó reconocido como el mejor de la temporada en la provincia de Cádiz; parece querer repetir éxito. Hay dos pares que no pasarán a la Historia.

Arranca faena en la boca de riego, por alto y cuidando al animal, con bueno de pecho, a lo que sigue tanda en redondo, buena. Por el pitón izquierdo salen los pases de uno en uno pero acude colaborador, entre aplausos. A diestra de nuevo, en dos tandas hay ligazón y buen son, con desplantes, uno tocando pitón (ay, don Eduardo, el viejo) y otro de rodillas. A zurda de nuevo, salen naturales de trazo largo y un abaniqueo con mucho recreo del saltereño. Todo esto, rematado con la espada, será lo mejor que veamos esta tarde.

El Cid I Marciano Breña
El Cid I Marciano Breña

Manuel Escribano

Manuel Escribano, con chaleco crema de doble botonadura, en su primero, da en tablas, de rodillas, larga cambiada y lo lidia hasta los medios acabando en media particular. La pelea y la puya son buenas; luego lo deja lejos y acude con ánimo para puya algo trasera y recargando, lo que no impide palmas al picador Juan Peña. Parea el maestro, cuarteando en los tres, entre aplausos.

Brinda al público y empieza por alto agarrado a tablas rematando con molinete y dos de pecho; siguen, en los medios, dos tandas en  redondo, la segunda, brevísima, de uno con molinete, el de pecho y desplante. Con la izquierda, hay tanda con alivio y desplante de rodillas. A diestra de nuevo, brega a media altura y se desplanta. Todo ha sido a media altura.

El segundo de Escribano

A su segundo, largo, saluda con larga cambiada de rodillas, un lanceo y chicuelinas. En el caballo empuja con los riñones y hay puya larga. El maestro, nuevamente, parea, con dos cuarteos y un quiebro al violín. Brinda al público, nuevamente, y en la boca de riego recibe ejecutando dos veces el cambiado por la espalda y el de pecho; acude boyante para tanda en redondo pero a la siguiente lo hace rebrincadito.

Con la izquierda sale toreo ligado y luego acorta distancias, en dos tandas buenas. A diestra de nuevo, una capeína abre tanda ligada, con desplante. Hasta aquí está sonando música habanera de Bizet y el maestro manda callar a la banda porque su ritmo estaba adormeciendo al público; es que cada cosa es para su momento y los experimentos se hacen con gaseosa. A zurda de nuevo hay tanda breve pero intensa, con desplante. Por el pitón derecho la tanda es enérgica, o tremendista. Finalizamos con manoletinas ante un buen toro.

Manuel Escribano I Marciano Breña
Manuel Escribano I Marciano Breña

Esaú Fernández

Esaú Fernández, con chaleco celeste de hombreras verdes, en su primero, menos aparatoso, va a porta gayola recibiendo con larga cambiada de rodillas y brega hasta que es desarmado. En el caballo se viene alegre desde lejos para un puyacito. Los rehiletes van de más a menos. Brinda al futbolista Joaquín y ejecuta tanda en redondo breve pero buena y aplaudida, seguida de otra con humillación y dos de pecho.

Con la izquierda, sale tanda despegada pero bajando la mano, con repercusión en los tendidos; luego cita cruzándose y hace por él, sin consecuencias. A diestra de nuevo, hay dos tandas, una en redondo, incluyendo martinete, y otra con espectacularidad. La ovación al toro la consideramos correcta pero la segunda oreja, no, habida cuenta principalmente de la ejecución de la estocada. En la vuelta triunfal se dedica a firmar autógrafos, como si nunca se los hubieran pedido en la calle (¡cosas!).

El segundo de Fernández

A su segundo, largo, acapachado, lo recibe en tablas y lancea para sacarlo a los medios, sin rematar el recibo. En el caballo hay pelea con decisión y puya durísima; vuelve voluntario de segundas sin recibir hierro; hay sorprendentemente palmas y pitos para el picador. El tercio de palos es un desastre: caen los dos en los dos primeros intentos y uno en el tercero (junto con el toro entre palmas de tango); hay otros dos intentos de una y una.

Brinda a un particular y tantea en los medios pero hay poco empuje; le da distancia pero cuando le obliga dobla las manos y luego cae todo lo largo que es. Por el pitón izquierdo va rebrincado y protesta, no hay transmisión. A diestra de nuevo, salen de uno en uno y va flojeando; vamos a los socorridos circulares y sigue en plan inválido, en un querer y no poder; se va el camero por luquinas sin sentido y el funo casi se raja. El público protesta por tanta insistencia sin resultado.

Esaú Fernández I Marciano Breña
Esaú Fernández I Marciano Breña

Una vez que acaba el festejo, se procede a la entrega de los premios y quedan como sigue. El de Mejor Puyazo, Trofeo Solera Motor, va para Ruiz Román Espartaco. El de Mejor Par de Banderillas, Trofeo Carmelo García, es de Juan Manuel Raya. El de Mejor Estocada, Trofeo Ofymar, se entrega a El Cid por la ejecutada en el cuarto. El de Triunfador de la Corrida, Trofeo Peña Cultural Taurina José Luis Parada, es para Esaú Fernández. Esta última decisión del jurado no la compartimos.

Una nota final sobre música. La empresa, previamente, había anunciado que en esta corrida no se interpretarían pasodobles sino que la banda de música había hecho el esfuerzo de preparar piezas de música clásica. Se agradece la intención pero el resultado no ha estado a la altura. El ritmo no concuerda con un momento festivo vivido entre un público alegre, ante una tragedia en potencia.

¿Qué ayuda ahí una melodía intimista del Concierto de Aranjuez, salvo dar rienda suelta a la pedantería? ¿Qué aporta una Habanera que habla de despechos de amores, interpretada a velocidad adecuada para dormir a cualquiera?; ahí está el torero, mandando parar porque él mismo se iba dormir en la cara del toro. Las ocurrencias de Enrique Ponce sólo valen para cuando torea Enrique Ponce. Los toreros de miuras están en otra onda (musical).

En Sanlúcar, El Cid, Escribano y Fernández a hombros